Jenny-Lee
Mi historia es sobre Clara, la mejor madre del mundo, que murió de cáncer de páncreas hace tres años
El descubrimiento
Llevaba mucho tiempo sufriendo dolor de estómago, también perdió peso y estaba muy débil. Su médico dice que todo está bien y que sólo tiene pánico…. una noche no pudo soportar el dolor. La llevamos al hospital y el resto es historia.
El impacto del tiempo
¿Quién diría que el cáncer de páncreas es un regalo? Pero yo sí, desde que me enteré de que mi madre tenía cáncer de páncreas.
Juntos, aprendimos sobre el valor de cada momento del tiempo.
Es un regalo que atesoraré hasta mi último día.
Mi madre y yo no siempre estuvimos muy unidos. Durante la mayor parte de mi vida, fui «hija de papá» más que de mi madre. Había veces que ella y yo no hablábamos. Me da vergüenza compartir esto, pero una vez le dije a mi amigo que ni siquiera me importaría que mi madre desapareciera de mi vida.
Hace cuatro años, en los meses previos a su diagnóstico, mi madre se sintió mal. Pensaba que sólo era una excusa para quedarse en casa, para no visitar a mis hermanos y a mí, o simplemente para ser egoísta. Nunca creí que estuviera realmente enferma.
Entonces empezó a experimentar varios meses malos. Tenía fuertes dolores de estómago, agotamiento y tenía un dolor terrible. Una noche, cuando ya no podía aguantar más, mi hermano y yo la llevamos al hospital.
Recuerdo muy bien esa primera noche en el hospital. Por primera vez en mi vida empecé a comprender el efecto del tiempo. Estuvimos esperando toda la noche para que le hicieran el TAC y luego otras dos semanas para obtener los resultados de la prueba de la biopsia. Me pareció una eternidad.
Puede parecer una locura para alguien que no haya pasado por una experiencia así, pero desde el momento en que el oncólogo nos dio la terrible noticia, tuve la madre que siempre soñé, y mi madre tuvo la hija que siempre quiso.
Todo cambió a partir de ese momento.
De repente comprendimos el impacto del tiempo. Nos dimos cuenta de que debemos aprovechar el tiempo que se nos da. Cada día que pasa, el tiempo que se pierde no vuelve. Nuestro vínculo pasó de ser una relación madre-hija muy dura a una llena de amor, cariño y compasión.
11 meses de tiempo desde aquella noche en que nuestra vida cambió hasta el día en que nos despedimos.
47 semanas de tiempo para pasar juntos, llorando, riendo, hablando y cuidando el uno del otro.
330 días para profundizar en una relación madre-hija superespecial que cambió mi vida, mi perspectiva y lo cambió todo…
Hoy, tres años después de su fallecimiento, es tan importante para mí gritar al mundo que ¡ya es hora! ¡¡Se trata de pasar más tiempo con nuestros seres queridos!! ¡¡Ya es hora de apreciar lo que tenemos!! ¡¡Ya es hora de compartir nuestros sentimientos!! ¡¡Ya es hora de ser mejores personas!! ¡¡Ya es hora de ayudar a los demás!! ¡¡Ya es hora de cuidarnos!!
¡¡¡Y tal vez, lo más importante… ya es hora de entender que si bien no voy a recuperar a mi mamá, sé más que nunca, que tuve la mejor mamá del mundo!!!